15.5.11

Entrevista al filósofo y politólogo argentino Ernesto Laclau sobre el populismo en América Latina

Ernesto Laclau, uno de los más grandes autores del populismo latinoamericano, disecciona el discurso político en América Latina. De verdadera importancia los comentarios de Laclau en cuanto a la actualidad política de los países del sur del continente y al destino que podrían tener.

12.5.11

Discurso de Luis Donaldo Colosio Murrieta en el LXV Aniversario del PRI

Discurso pronunciado por Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la Presidencia de la República en 1994, en el LXV Aniversario del PRI. A 17 años de distancia, duele que el México de hoy siga siendo el mismo que Colosio veía en 1994, o acaso un poco más desalentador.





6.5.11

Discurso de José Narro Robles ante la Cámara de Diputados en el homenaje a la Universidad Nacional Autónoma de México en su centenario

Discurso prounciado por José Narro Robles, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, ante el Congreso de la Unión en el marco de la Sesión Solemne por el centenario de ésta institución. Resulta destacable la coincidencia que en sus palabras encuentra no sólo la sociedad mexicana, sino la clase política nacional. Falta saber si los aplausos significan la intención de caminar por el rumbo que los mexicanos queremos andar o si más bien se trata simplemente de apoyar lo "políticamente correcto".

4.5.11

Ángel Gabilondo, filósofo y Minsitro de Educación de España, habla sobre la importancia de la educación y las universidades

Ángel Gabilondo, Ministro de Educación de España, habla sobre la importancia de la educación y las universidades para el desarrollo de las sociedades. Muchos de los argumentos vertidos por este filósofo Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México tendrían que ser valorados y aplicados por las autoridades educativas de México.

2.5.11

Distrito Federal, 2012 (II)*

Hace una semana señalábamos en este mismo espacio la desventura que desde hace 14 años hemos vivido millones de capitalinos. Cuando en 1997 la titularidad del gobierno local del Distrito Federal dejó de recaer en un funcionario designado por el Presidente de la República y la sociedad tuvo la oportunidad de elegir democráticamente al Jefe de Gobierno, comenzó una inercia de la que los habitantes de la Ciudad no hemos logrado salir. Desde entonces han pasado cinco Jefes de Gobierno y con ellos la esperanza de una mejor calidad de vida.

Evidentemente, la mala situación por la que atraviesa la Ciudad de México no puede ser atribuida por completo a los Jefes de Gobierno. Un papel importante en el deterioro de la calidad de vida es responsabilidad de los Jefes Delegacionales y otro tanto de las autoridades federales. Sin embargo, es claro que la responsabilidad en la falta de políticas públicas en materia de seguridad, vialidad, protección civil, mercados, agua, entre otros, indiscutiblemente corresponde al Jefe de Gobierno. Para comprobar la veracidad de nuestros dichos sólo se requiere observar un día en la vida de cualquier capitalino.

José sale de su vivienda en el norte de la Ciudad a las 5 de la mañana, pues sus actividades como empleado de la construcción en un edificio al sur de la capital, inician tres horas más tarde. Ciento ochenta minutos de recorrido en transporte público poco eficiente, pasando del microbús al Metro, del Metro al camión y nuevamente de éste al microbús. Durante el largo y lento trayecto, José se convierte en mudo testigo de un robo, cuando en el vagón del Metro en el que viaja alcanza a ver una mano anónima que se introduce en la mochila de una adolescente que, adormilada, no se da cuenta que su celular ya no le pertenece. Impunemente, en la siguiente estación el delincuente enfila hacia otro vagón.

Pero el día apenas comienza, y si para llegar al centro de trabajo se requieren tres horas, para regresar a casa la travesía no es menor. Después de una larga jornada, lo único que José quiere es regresar a casa con María, su esposa. Ya en el microbús, las gotas de lluvia comienzan a golpear el pavimento. Poco a poco, los que parecían charcos se hacen más grandes y profundos. La lluvia anega las calles y el tránsito se hace más lento. José llegará más tarde de lo normal.

Mientras José viaja en el Metro y sólo piensa en el momento de poner su cabeza en la almohada, María intenta mover los pocos muebles que hay en un cuarto que lo mismo sirve de sala que de comedor o habitación. La falta de cuidado y previsión de las autoridades provocaron que, como muchos otros, María y José construyeran una muy humilde vivienda en la parte baja de una cañada. El agua, que poco a poco se filtra por las paredes, puertas y ventanas, comienza a subir hasta dañar una  pequeña televisión, las tres viejas sillas que flanquean una mesa y el sillón donde María y José suelen platicar.

Cada día es más común que en el Distrito Federal se vivan historias similares a la de María y José. En la Ciudad ya no es extraño realizar trayectos de más de dos horas entre la casa y el trabajo. A ningún capitalino le sorprende presenciar un delito o enterarse de que algún amigo o familiar lo sufrió. El agua se ha convertido en el elemento con el que se funden las esperanzas de una mejor calidad de vida para quienes habitamos en la Ciudad de México.

Y mientras todo esto pasa, nuestros gobernantes se las ingenian para seguir hablando de lo mucho que trabajan por nosotros. En nuestra siguiente entrega presentaremos datos duros que dan cuenta de la realidad que padecemos quienes vivimos en la tierra que alguna vez fue un gran imperio. Con las cifras y los datos nos daremos cuenta que hoy menos que nunca, aquellos que fuimos bautizados como chilangos estamos dispuestos a seguir confiando en quienes han traicionado su palabra.

* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 2 de mayo de 2011.