23.4.11

El resquebrajamiento de la izquierda (IV)*

A la falta de un proyecto político congruente y a la desunión entre los partidos y dirigentes de la izquierda institucionalizada, se suma la carencia de cuadros políticos y candidatos formados en dichas organizaciones. Pocos, verdaderamente muy pocos de los militantes perredistas que hoy ocupan posiciones de poder fueron formados al interior de este partido. Con excepción de algunos ex militantes de los antiguos partidos socialistas y comunistas de México, a más veinte años de su fundación, la mayoría de los perredistas fueron cuadros políticos del PRI.

Más aún, quienes hoy disputan la nominación del PRD a la candidatura presidencial en el 2012, fueron simpatizantes, militantes y dirigentes del PRI. Durante las pasadas elecciones locales en las que se constituyeron alianzas entre PAN y PRD, los candidatos vencedores por dichas coaliciones tienen sus orígenes políticos en el PRI. Incluso, en la venidera elección en el Estado de México, la dirigencia del PRD ha buscado con ahínco la postulación de algún priísta resentido con su partido, situación que aún no logra concretarse y que pone en riesgo la viabilidad de la misma. Uno tras otro, el PRD suma candidatos con orígenes distintos a su plataforma electoral y a los principios que le dan sentido como partido político.

Debido a las pugnas internas que han caracterizado al PRD, y a la lucha permanente que sostienen las corrientes que lo componen, la que pareciera ser la máxima representación de la izquierda política, carece de cuadros que conjuguen trayectoria, coincidencia entre sus valores individuales y los principios del partido, liderazgo y posibilidades reales de triunfo. Así, mientras una persona garantice la victoria en una elección, no importa la incongruencia entre la misma y el partido, o incluso la franca oposición de los valores con los que fue formado políticamente y los principios que sostiene el PRD.

La estrategia, pareciera, es la de postular a quien tiene posibilidades de ganar la elección, acompañándolo con verdaderos perredistas como candidatos a otros puestos menores. No importa si el candidato a gobernador es un connotado ex priísta, pues los candidatos a presidentes municipales, síndicos, regidores, diputados y demás, serán políticos formados en el PRD. La lógica del reparto de cuotas en su máxima expresión. ¿Hasta dónde llegará esta fórmula? Hasta el punto en que no existan puestos y cargos que repartir. ¿En qué momento el PRD estará imposibilitado de realizar alianzas electorales con el PAN? En el momento en que sus militantes no encuentren posiciones que ocupar.

La próxima elección en el Estado de México es para los perredistas, porque así lo han decidido sus dirigentes, la prueba de fuego. No sólo se juega una gubernatura, quizá la más importante del país, sino principalmente el futuro de la izquierda institucionalizada. Sin alcaldías o diputaciones que repartir, sin un candidato con suficiente arraigo y liderazgo y con un partido dividido no sólo en la dirigencia sino principalmente en la base, la apuesta se antoja demasiado arriesgada. Pareciera que los perredistas están dispuestos a jugarse el todo por el todo.

Con una campaña de odio, rencor y resentimiento, falta de proyecto político propio y congruente, desunión entre la dirigencia formal y los factores reales del poder al interior, y sin candidatos formados en el propio PRD, pareciera que la izquierda que se hizo partido político en 1989, hoy no tiene más futuro después de julio de 2011. Así lo han decidido ellos, y así lo empiezan a vislumbrar sus simpatizantes. El problema, más allá de la lucha de poder, es complejo. ¿Quién será el valiente que pueda reconstruir los vínculos de participación política de una izquierda social que vive entre el hambre y la pobreza, entre la injusticia y los excesos, entre el seguir viviendo y el empezar a morir?

* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 8 de noviembre de 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario