23.4.11

México y sus factores de cambio (III)*

La política como actividad encaminada a ordenar la vida de los hombres en sociedad es uno de los aspectos humanos que más han cambiado en los últimos tiempos. Hace tan sólo un siglo, la política era monopolio de aquellos que participaban directamente en ella. Durante el siglo XX, gracias a los avances tecnológicos, la política dejó de ser una actividad que involucraba directamente a la clase política con el resto de la sociedad. Poco a poco fueron perdiendo importancia las reuniones que los políticos sostenían con sus simpatizantes para dar paso a imágenes transmitidas por la televisión, discursos reproducidos por la radio y crónicas relatadas por los periódicos. La política se distanció de la sociedad y los medios de comunicación se instalaron como un intermediario entre las propuestas de aquella y las necesidades de esta.

Hoy nadie puede negar la importancia de los medios de comunicación. En política, la importancia corre por dos vías. Primero, porque al ser la política la actividad más importante de cualquier sociedad organizada, o cuando menos así tendría que ser, la información que los medios comunican es el principal insumo para formar opinión y que la gente adopte posturas y tome decisiones de acuerdo con lo propuesto por tal o cual fuerza política. Segundo, los medios son el canal que transmite las necesidades y aspiraciones de la sociedad, convirtiéndose en voceros de la esta, fijando la agenda con la que la política se debe conducir.

No critico ni una ni otra. Es la época de los medios y ellos hacen su labor al informar en ambas vías. Le informan a la sociedad tanto como le informan a los políticos. El tema central está en ‘qué’ y ‘cómo’ informan. Es necesario, pues, que los medios se planteen si más allá de su labor como una empresa cualquiera, que no lo son, cumplen con su tarea social y política, que no es menor.

A partir de la mayor apertura democrática vivida en el país en los últimos años, los medios de comunicación han tomado un rol principal en la vida nacional. Gracias a ellos, millones de mexicanos conocen a los actores políticos del país y de sus comunidades, se enteran de las acciones de gobierno que se realizan a través de las instituciones públicas y están en posibilidades comparar distintas propuestas y ofertas políticas. Pero también muchas veces los medios generan confusión debido a información parcial o totalmente incorrecta, sesgan la opinión a partir de juicios subjetivos y en ocasiones se convierten en verdugos de algunos personajes.

En cuanto a su función como traductores de las necesidades y aspiraciones de la sociedad, por momentos los medios fijan en la agenda política temas que aunque sean de interés general, no necesariamente son prioritarios. Asuntos como la salud, la educación, la disminución de la pobreza, el respeto a la legalidad, el combate a la corrupción, entre otros, son desplazados frente a temas de escándalo que si bien requieren ser atendidos, no generan mejoras sustantivas para la colectividad, sino que polarizan a la sociedad y lastiman su tejido ya de por sí desgastado.

La importancia de los medios de comunicación no está a discusión. Son un instrumento indispensable en la construcción del binomio ciudadanía-democracia. Tampoco podemos regatear la libertad de expresión no sólo como un derecho de todos los individuos, sino como materia prima del periodismo y la información. Mucho menos podemos cuestionar el derecho de todos a divergir en temas coyunturales para el país. El asunto radica en la responsabilidad que implica la comunicación y difusión de información en materia política. El cambio del Estado y la sociedad mexicana pasa, indudablemente, por la capacidad de autocrítica de los medios y la reflexión profunda en cuanto a su labor política y social.

* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 19 de julio de 2010.

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