23.4.11

Las elecciones que vienen*

El día de hoy Guerrero amanece en conflicto. Al momento en que escribo estas líneas no conozco los resultados preliminares que marquen una tendencia clara sobre quien ganará. Sin embargo, ello poco importa. Para un pueblo tan golpeado por la miseria, la confrontación, la violencia y la injusticia, poco importa el resultado en las urnas. Después de un proceso electoral plagado de irregularidades y sembrado por el odio, las mentiras y la incongruencia disfrazada de pragmatismo, es de esperar que quienes sean derrotados no queden satisfechos. La recapitulación de los hechos habla por sí sola.

El PRI designa como su candidato a Manuel Añorve, alcalde de Acapulco, y en la contienda es derrotado el senador y ex gobernador Ángel Aguirre. Aguirre, quien se siente traicionado por su primo y triunfador en la contienda interna, es buscado por el PRD y se convierte en el candidato de un bloque de izquierda. El PAN, como en muchos otros lugares del país, cuenta con una fuerza electoral mínima y designa como su candidato a Marcos Parra, hasta entonces edil de Taxco.

La campaña se desarrolla en medio de ataques, dichos infundados, agresiones y falta de propuestas que verdaderamente intenten sacar del atolladero a millones de guerrerenses que despiertan sin saber si ese día tendrán lo suficiente para dar de comer a sus familias o, peor aún, si por la noche regresarán vivos a casa. A lo largo de este proceso electoral, el representante del PRD ante el Instituto Electoral es brutalmente golpeado, mientras que un dirigente local del PRI no corre con tanta suerte y resulta asesinado. Mientras esto sucede, decenas de guerrerenses son ejecutados y la pobreza avanza a paso firme.

La semana pasada, a unas horas de concluir la campaña, Parra declina en favor de Aguirre, mientras que un periódico de circulación nacional acusa infundadamente a Añorve de tener vínculos con la delincuencia organizada. Ese fue el saldo de un proceso que concluyó ayer, probablemente con una baja participación ciudadana, y en el que lo que menos importa es el resultado en las urnas. ¿Pueden considerarse los resultados de ayer como una manifestación real de lo que los guerrerenses desean para sus hijos y para ellos mismos? Difícilmente. El conflicto legal, político y social que se avecina da cuenta de ello.

A diecisiete meses de las elecciones federales y cinco de los comicios en el Estado de México, es importante que reconozcamos que los resultados no lo son todo, ni siquiera cuando se trata de una elección. La forma en la que un partido y su candidato alcanzan la mayoría necesaria para ser vencedores en un proceso electoral resulta fundamental. ¿Y hacia dónde se enfilan estas dos importantes elecciones que habremos de vivir en el futuro inmediato? Con un PRI que luce imparable y un PAN y un PRD ávidos de vencer sin importar el costo de su triunfo, el panorama no parece halagüeño.

En el Estado de México, el PRD parece contar con un candidato sólido en lo electoral, pero demasiado débil en lo legal. Si como él mismo lo reconoció no cuenta con el tiempo de residencia mínima para participar, Alejandro Encinas será sólo un elemento más en el enfrentamiento y encono político. En cuanto al candidato del PAN, el más viable es Luis Felipe Bravo Mena, alguien que no parece tener el arrastre suficiente para sumar más allá del quince por ciento de la votación. El PRI, que hasta ahora ha dado muestras de unidad y madurez, como la sucedida apenas el viernes pasado en el informe del diputado y principal aspirante a suceder al gobernador Enrique Peña Nieto, Ernesto Nemer, cabalga en caballo de hacienda. ¿Cómo se descompondrá el escenario mexiquense? ¿Cómo afectará todo esto a la sucesión presidencial? En los próximos meses podremos ver quiénes son aquellos que verdaderamente tienen altura de miras. La mesa está servida.

* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 31 de enero de 2011.

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