23.4.11

El resquebrajamiento de la izquierda*

La realidad que hoy vivimos no puede explicarse sin atender al desarrollo histórico de las distintas fuerzas políticas. Si consideramos que la Revolución Mexicana sirvió para derrumbar instituciones y enterrar a una clase política alejada de las necesidades del pueblo, nos daremos cuenta que dicho acontecimiento, más que una efeméride, es la génesis de nuestra actual forma de organización. De la Revolución surgieron movimientos radicales de izquierda, principalmente obreros y campesinos, un partido político que agrupó a cientos de personajes y organizaciones, y grupos opositores al nuevo régimen.

La Revolución inició por la suma de una serie de factores como el surgimiento de un movimiento intelectual contrario a las políticas de Díaz, el descontento de un amplio sector de la población por las condiciones de pobreza en que vivían, la organización de grupos campesinos y obreros para oponerse a las condiciones laborales inhumanas, entre algunas otras. Frente a los excesos de un gobierno autoritario, y con buena parte de la sociedad inconforme organizada, la Revolución derivó en la promulgación de una nueva Constitución – la primera del mundo de carácter social – y en el consecuente establecimiento de un nuevo sistema político.

Así, comienza a forjarse un orden político sustentado en una Constitución en cuya elaboración participaron buena parte de los sectores que habían luchado durante la Revolución. En los años posteriores al Constituyente de 1917, el sistema político fue tomando forma gracias a acontecimientos como la Cristiada y el nacimiento del Partido Nacional Revolucionario. Una vez que el país encontró la paz social y las inconformidades sociales se canalizaron a través de las instituciones establecidas, el régimen político mexicano comenzó a consolidarse.

Durante los años siguientes, con los grupos revolucionarios agrupados en el PNR y sus descendientes, el PRM y el PRI, y buena parte de los cristeros participando dentro del Partido Acción Nacional, el país se mantuvo en una relativa tranquilidad política y social que le permitió crecer como no lo había hecho hasta entonces. Ocasionalmente, algunos grupos y movimientos de izquierda se organizaban y actuaban en contra del gobierno, generalmente motivados por acciones concretas de éste que lesionaban los intereses de aquellos.

Es hasta finales de la década de los sesenta, en el marco de un movimiento mundial, que grupos de estudiantes comenzaron a articular un conjunto de demandas tendientes a buscar una mayor participación política. Con los resultados por todos conocidos, el 2 de octubre se convirtió no sólo en una fecha de tragedia, sino en el símbolo de muchos grupos que no comulgaban con la política oficial. Al pasar de los años, y en buena medida gracias a la lucha de aquellos estudiantes, México fue modificando su sistema político, permitiendo y privilegiando una mayor participación de los ciudadanos y consolidando la democracia.

Tiempo después, la izquierda encontró su momento de institucionalización al término de las elecciones presidenciales de 1988. Con la fundación del Partido de la Revolución Democrática, los movimientos de izquierda encontraron un lugar en el que podían expresarse y, sobre todo, buscar los cambios que deseaban para el país. Mientras todo esto pasaba, el PRI y el PAN seguían cada uno en su papel: el primero gobernando y el segundo siendo una oposición propositiva y congruente.

¿Dónde se perdió el equilibrio de un sistema político que por fin contaba con un gobierno que lo hacía interactuando y dialogando con la derecha y la izquierda? El PAN, con su llegada al gobierno, nunca supo dejar de ser oposición. El PRD, después de un lento proceso de desdibujamiento, hoy se empieza a resquebrajar.

* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 18 de octubre de 2010.

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