23.4.11

Juventud subrogada (II)*

Si verdaderamente pretendemos hacer realidad todos esos discursos que hablan de la grandeza de nuestro México, un paso importante es reconocer dónde están los principales problemas que no nos han dejado crecer como Nación. Muchos y variados son los males que nos aquejan, pero entre todos ellos es el de la desatención a la juventud uno que repercute en diversos ámbitos de nuestra vida como individuos y como sociedad. En la anterior colaboración señalábamos la habilidad de todos por evadir nuestra responsabilidad con este importante sector. Hoy explicaremos las causas por las que suponemos que el gobierno ha fallado en el diseño de una política clara que procure el correcto desarrollo de los jóvenes mexicanos.

En primer lugar, la indefinición del propio concepto nos ha llevado a no saber de quiénes hablamos cuando nos referimos a la juventud. Aunque la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud señala a la juventud como “la población cuya edad quede comprendida entre los 12 y 29 años”, es difícil poder establecer que sólo la edad determina la condición de joven de una persona. Se trata, la de la ley, de una definición que sirve para encuadrar a este grupo poblacional y así determinar programas y proyectos generales. Sin embargo, dicho encuadramiento provoca que se desatiendan otras condiciones que determinan la cualidad de joven. No podemos pensar que muchos de quienes se encuentran fuera de dicho rango de edad no sean jóvenes, ni que todos aquellos que tengan entre 12 y 29 años tienen una vida de juventud.

En segundo término, la institución gubernamental encargada de diseñar una política pública para los jóvenes ha fallado. La citada ley establece que es el Instituto Mexicano de la Juventud, Imjuve, el responsable de definir e instrumentar la política nacional de juventud. ¿En verdad el Imjuve ha servido para definir e instrumentar esta política nacional de juventud? Estoy convencido que no. Como alguien que aún se encuentra en el rango de edad comprendido por la ley, creo que el instituto ha fracasado al creer que una política nacional de juventud es hacer concursos de oratoria, fotografía, ensayo o poesía. El Imjuve, en todo caso, ha servido para organizar eventos en los que los participantes son jóvenes y como premio para jóvenes “talentos” del grupo en el poder, pero no para definir e implementar una política nacional de juventud.

Una tercera causa del fracaso gubernamental en el diseño de una política de juventud es la falta de seriedad que desde otros ámbitos del gobierno se les concede a los jóvenes. Para muchos, el joven es urbano, estudiante o trabajador, deportista, no indígena ni discapacitado. Para ellos es que se diseña esa política de juventud de la que hemos hablado. Nunca he conocido que cuando se discuten los problemas del campo se haga referencia a cómo apoyar a los más jóvenes de los campesinos para que prosperen o salgan de las frecuentes condiciones de marginación. Mucho menos que cuando se habla de los grupos indígenas se plantee qué hacer para permitir que los jóvenes incorporen a su cultura y tradiciones nuevas formas de comportamiento social sin que estas trastoquen aquellas.

La falta de consideración de factores diversos al de la edad para determinar la juventud, el uso político del Instituto Mexicano de la Juventud y la falta de trabajo serio y claro del mismo, tanto al interior como en colaboración con otras instituciones, son tres de las principales causas por las cuales el gobierno ha fracasado con la juventud. Más allá de la falta de apoyo a áreas como la educación, la cultura, el deporte o la salud, son estos tres de los más importantes motivos por los que hoy tenemos una juventud subrogada en la que, en este caso, el gobierno se “avienta la bolita” entre sus instituciones y organismos. Y luego se preguntan porque los jóvenes no creen en ellos.

* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 29 de noviembre de 2010.

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