23.4.11

México y sus factores de cambio (V)*

A lo largo de las últimas cuatro entregas, he presentado los que, a mi entender, constituyen verdaderos factores de cambio para el país. Estoy convencido que mientras estos – sociedad, medios de comunicación y políticos – no cambien, las cosas continuarán tan mal como hasta ahora. La modificación del Estado requiere de todos. La transformación de realidades no puede entenderse a partir de una sola persona o incluso de un grupo. Es la suma de los cambios de varios factores los que permitirán que tengamos un Estado dinámico, moderno, social, plural, participativo, equitativo y viable.

Esta colaboración, última de una serie de cinco, no pretende dar lecciones a nadie, ahondar en frases vacías o arribar a lugares comunes. Si acaso, es la recapitulación de ideas que, estoy seguro, no sólo viven en mi mente, sino en la de millones de mexicanos que todos los días despertamos con ánimos de transformar la realidad y nos vamos a la cama con el fracaso a cuestas.

Soy un joven mexicano tan igual como cualquiera, sin más privilegios que los de una vida digna, una educación llena de valores y una instrucción que me ha permitido reconocer los errores en los que como país hemos caído hasta llegar al lugar en donde estamos. Poco conozco del interés que despierten estas líneas. Quizá eso sea lo que menos importa. Quien escribe suele desconocer a sus lectores y la reflexión que en ellos se pueda gestar. Sin embargo, este hecho no puede ser pretexto para callar. Al contrario. La oportunidad de comunicar representa el reto de ser la voz de quienes piensan de manera similar. En México, somos muchos los jóvenes que queremos cambios que nos demuestren que existe rumbo y destino, que existe esperanza.

Alzo la voz por aquellos que todos los días trabajan por un mejor país. Por quienes creen que el respeto, la dignidad, el honor, la verdad, la solidaridad, la congruencia, la pasión, son valores vigentes que nunca pasan de moda. Por aquellos que aun sueñan que otro México es posible si todos y cada uno de nosotros hacemos lo que nos corresponde.

Alzo la voz para pedirle a la sociedad una reflexión profunda que contemple no sólo al vecino, sino que empiece por uno mismo. La esencia de cualquier Estado es su pueblo, su gente, y aquél sólo es reflejo de esta. Las fallas que queremos ver en los demás, son los defectos que nosotros mismos tenemos. ¡Basta ya de autocomplacencias y engañifas! ¡Basta de querer que todo cambie sin tener que hacer un esfuerzo!

Alzo la voz y en mi grito demando que todos veamos por todos y no sólo por nuestro círculo más inmediato. Sin distingos de colores o ideologías, grito que México, particularmente sus jóvenes, reclamamos de todos los actores políticos y sociales altura de miras en el discurso y las propuestas, pero también en las acciones. Quienes son lo que representan a partir del cargo o la coyuntura tienen la responsabilidad principal como líderes de nuestra sociedad. De Beatriz Paredes o Felipe Calderón, de Andrés Manuel López Obrador o Ricardo Salinas, de Enrique Peña o Alejandro Encinas, de Martín Esparza o Enrique Krauze, de Joaquín López Dóriga o Elba Esther Gordillo, de Ernesto Cordero o Roberto Gil, México y sus jóvenes no esperamos menos que el ejemplo de lo que como sociedad queremos y necesitamos.

Alzo la voz, porque el silencio sólo sirve para acumular secretos y rencores, y ninguno de ellos abona a lograr el Estado al que aspiramos. Alzo la voz, esperando que en 2012 sea otra la propuesta y la realidad. Alzo la voz, porque el momento permite soñar con otros vientos en los que ‘bienestar’ sea más que un concepto lleno de definiciones y vacío de significado. Alzo la voz, porque sólo mediante la reflexión profunda alcanzaremos a visualizar los verdaderos factores de cambio para nuestro Estado. México lo necesita.
* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 2 de agosto de 2010.

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