23.4.11

No les importa el país*

Soy uno de esos a los que no les gusta hablar de aquello que no sabe. Estoy convencido que hacerlo significa caer en una de las más profundas deshonestidades. En este sentido, confieso que mi formación no me permite entender muchas de las cuestiones económicas que suceden en el país. Me resulta imposible explicar la evolución de las variables macroeconómicas que señalan que somos una de las primeras economías del mundo, o los principales indicadores que permiten afirmar que el rumbo del país es el indicado. Pero hasta quien no entiende de economía sabe que cuando el desempleo entre jóvenes de 15 a 29 años pasó del 0.9 por ciento en 2000 al 3.3 por ciento en 2010, algo está mal. 

De acuerdo con cifras del Censo de Población y Vivienda 2010, el desempleo entre la juventud se ha triplicado sin que se perciba al gobierno asumiendo su responsabilidad y actuando en consecuencia. Al parecer, los últimos secretarios de Economía se han dedicado a cualquier cosa, menos a hacer su trabajo. Bruno Ferrari ha encontrado más satisfacción en jugar con su BlackBerry y mandar mensajes de texto, que en pensar e implementar políticas públicas que fomenten la creación de empleos y el apoyo a negocios, empresas e industrias.

Pero no todo es culpa de Ferrari. Pareciera que nuestros gobernantes no se han dado cuenta de lo importante que resulta generar programas de gobierno, pero sobre todo políticas públicas, que permitan a las personas desarrollar todo su potencial. No logran percibir que los problemas de México no se resolverán con ocurrencias e improvisaciones. Gobernar, lo hemos señalado muchas veces, es una tarea que requiere de muchas cualidades de las que, al parecer, la gran mayoría de ellos carece.

Y así, tenemos un secretario de Educación que quisiera delegar su responsabilidad en la televisión, pero que se asume como un paradigma en la construcción de los nuevos valores de la sociedad mexicana. O un secretario del Trabajo que afirma que el es “el mero mero gallo del PAN” en la candidatura a la Presidencia de la República, pero que no hace nada para mejorar las condiciones de millones de trabajadores que realizan sus labores sin capacitación, seguridad o siquiera higiene. Y ni que decir del secretario de Salud, quien dedica más tiempo y esfuerzo en construir su candidatura al gobierno de Guanajuato que en lograr la accesibilidad y la calidad en los servicios de salud.

Pero ya vienen el 2012 y de su mano las elecciones. Falta poco para escucharlos decir que, aunque no pudieron cumplir ni siquiera mínimamente como funcionarios de primer nivel, ahora que el pueblo les favorezca con su voto, harán lo necesario para sacarnos del atolladero en ellos nos metieron. Incluso, se atreverán a criticar, de forma velada, la política económica, social y de seguridad del actual gobierno y hablarán de la deuda que se tiene con los jóvenes, las mujeres, los campesinos y los trabajadores. En realidad, nada de esto les importa. Consistentemente han demostrado que lo suyo no es el gobierno o el servicio público, sino el poder y los reflectores.

Me pregunto qué tanto les preocupa a Alonso Lujambio, Javier Lozano o José Ángel Córdova, el que hoy existan 2.4 por ciento más jóvenes desempleados que tan sólo hace diez años. Me pregunto si se dan cuenta que esa juventud en el desempleo ya no cree en sus promesas y prefiere emigrar del país, incorporarse a la informalidad o incluso a la delincuencia. Me pregunto si alguno de ellos se ha dado cuenta del daño que le han hecho al país al descuidar, en la búsqueda de nuevas y más altas posiciones, áreas prioritarias para el desarrollo de cualquier sociedad.

En el 2012, los jóvenes no habremos de dejarnos seducir por el canto de las sirenas. No daremos tregua a los mentirosos. No permitiremos que triunfen a quienes no les importamos, a quienes no les importa el país.

* Publicado en los diarios de Organización Editorial Mexicana el 18 de abril de 2011.

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